martes, 4 de diciembre de 2012


La ONU ante el mundo árabe: de la abstención a la intervención

Tradicionalmente, la postura de las Naciones Unidas frente a los conflictos en el mundo árabe ha oscilado de la indiferencia a la intervención directa, algo que depende, en gran medida, de los intereses de las potencias occidentales en la zona, sobre todo si es rica en recursos, como sucedió con Iraq y Libia. Su- hasta ahora- pasiva posición ante los conflictos sirio, palestino o maliense puede que no tenga tanto que ver con la existencia de intereses encontrados en el Consejo de Seguridad como con el miedo a hacer estallar esa bomba de relojería que es Oriente Próximo o la franja de Sahel.
El reconocimiento de Palestina como Estado observador por parte de la ONU el pasado jueves, a pesar de los potentes aliados con los que cuenta Israel (Estados Unidos, Canadá...), considerado principal bastión frente al fundamentalismo islámico en Oriente, parece suponer un paso adelante en el proceso de estabilización de la región. Sin embargo,  las represalias de Israel no se han hecho esperar; la congelación de los fondos recaudados por Tel Aviv en nombre de la Autoridad Palestina o la construcción de viviendas israelís en Cisjordania no son más que el principio.
Si bien el conflicto palestino-israelí parece encauzado tras semanas de violencia constante, la guerra en Siria- que ya se ha cobrado alrededor de 20.000 muertes- continúa sin que la ONU se atreva a intervenir debido al veto de China y Rusia. Precisamente hoy, el Secretario General de la OTAN ha advertido de que cualquier uso de armas químicas por parte del Presidente Bashar al-Assad provocaría una reacción internacional inmediata. Por ahora, la OTAN se ha contentado con preparar el despliegue de misiles antiaéreos en Turquía, algo que Irán (definido como el enemigo más poderoso de Occidente por su posesión de armas nucleares) considera el preludio de una intervención militar en Siria. Sin embargo, tanto los rebeldes sirios como las fuerzas del régimen continúan con su política del terror, cometiendo crímenes contra civiles e ignorando la reprobación de la Comunidad Internacional. Tal y como afirma el presidente del Comité Nacional de Coordinación para el Cambio Democrático en Siria (CNCCD), Haytham Manna, "una intervención militar no es posible, nadie hará lo que se hizo en Iraq para acabar con Sadam Husein o en Libia para matar a Gadafi, no tenemos esa materia prima que tanto interesa”.
Otro de los focos de conflicto del mundo árabe es Mali, que algunos consideran ya el Afganistán africano por llevar meses controlado por integristas islámicos que aplican la sharia de manera contraria a los derechos humanos (amputaciones de miembros, lapidaciones, etc.). El Consejo de Seguridad de la ONU, presionado por Francia (con intereses económicos en el país), ha pedido a Ban Ki-Moon que intervenga lo antes posible en Mali. El Secretario General, más preocupado por la situación en Oriente Próximo, prefiere optar por el diálogo con los tuareg con el fin de derrotar a al-Qaeda, y se ha negado a correr con los gastos de la operación, a pesar de que el islamismo radical se extiende a pasos agigantados por el Sahel, aquejado de hambruna crónica.

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