lunes, 3 de diciembre de 2012


Elba Saavedra Déniz


Colombia y Nicaragua enfrentados por San Andrés


Parece que remover el pasado se está poniendo de moda entre las naciones del mundo. En este caso los protagonistas son Colombia y Nicaragua, enfrentados desde hace décadas. El motivo no es otro que el reparto territorial del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, considerado por las Naciones Unidas como Reserva de la Biosfera y que se ubica a 720 Km del noroeste de la costa colombiana.


De momento más que de conflicto de lo que podemos catalogar este incidente es de más bien un desacuerdo fronteriza ya que en los últimos días los presidentes de ambos países se han declarado contrarios al uso de la fuerza y están intentando buscar una solución que los convenza en cuanto al nuevo fallo emitido por la Corte Internacional de Justicia. En un primer momento, el consejo reconoció que el Tratado Esguerra Bárcenas de 1928 estableció la soberanía de Bogotá sobre el archipiélago y que por tanto se hallaba sin jurisdicción para resolver este asunto. Sin embargo, más tarde declaró que seguirá tramitando la denuncia de Nicaragua contra Colombia en otros aspectos como la soberanía de los cayos Roncador, Quitasueño y Soriana que también tiene Bogotá en su poder.

Esta denuncia está basada en la percepción nicaragüense de que el Tratado de Esguerra- Bárcenas fue firmado bajo presión estadounidense y que por tanto carece de valor. Hace ya casi doce años, en 2001, Nicaragua pidió a la CIJ la intervención en este espinoso tema en el que materias primas como el petróleo están envueltas. El Pacto de Bogotá de 1948 lo que el país utiliza para justificar ante el CIJ su desacuerdo con la decisión tomada en 1948.


Normalmente cuando dos países se enfrentan se utilizan todo tipo de estratagemas para intentar derribar al contrario como puede ser el bloqueo de relaciones diplomáticas o económicas (subir impuestos arancelarios como en el caso del conflicto chino-japonés o impedir la entrada de nacionales del otro país). En este caso nos encontramos aún muy lejos de estas posibilidades ya que ni siquiera las relaciones económicas de estos dos países son relevantes, así que en ese sentido no habría problema. Y lo más importante dentro de este contexto de planeta globalizado en el que nos encontramos: los países vecinos no han mostrado ni el más mínimo signo de polarización.


En definitiva, no nos enfrentamos ante una vicisitud de gran relevancia internacional pero lo que sí se espera es que no sea este un tema recurrente de ambos países para obtener rédito político y que de una vez por todas encuentren solución.

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